UNA REFLEXIÓN SOBRE El nuevo currículo de religión

En la red de colegios marianistas estamos convencidos de que la asignatura de religión es, además de un derecho de las familias o del centro, un elemento imprescindible para la educación integral de las personas. Esa es la razón profunda de su presencia en la escuela. La visión de la persona en la que queremos educar necesita de esta columna vertebral, puesto que considera la dimensión espiritual una dimensión presente en todas las personas. Nos gustaría que eso sea comprendido y posible en cualquier escuela y nos esforzamos por llevarlo a la práctica con consistencia en nuestros colegios.

Por eso, estamos viviendo como una gran oportunidad y un tiempo de gracia este periodo en que se está revisando el currículo del área de religión para ofrecer algo valioso y significativo a las nuevas generaciones de niñas y niños, de chicos y chicas que pueblan nuestras aulas. Por eso, nos hemos implicado en el FORO HACIA UN NUEVO CURRÍCULO DE RELIGIÓN que ha planteado la Conferencia Episcopal.

Queremos poner nuestro granito de arena para llevar esta asignatura al lugar que le corresponde. Un lugar amplio y habitable. Un lugar donde educar el espíritu, donde hacerse las grandes preguntas a la búsqueda de la verdad. Un lugar donde descubrir la belleza como camino de encuentro y descubrimiento de lo absoluto. Un lugar donde descubrir las fuentes de la bondad. Un lugar donde, como dice el papa Francisco, la tarea principal sea reconstruir los vínculos de nuestra humanidad con nosotros mismos, con los demás, con la casa común y con Dios. Un lugar donde se aprenda, de verdad, a dialogar; a escuchar y comunicar en profundidad. Un lugar donde sumarse a la revolución cultural que propone Francisco en su Pacto Educativo Global y en la Veritatis Gaudium.

Entendemos que las experiencias y los saberes que aporta la religión son esenciales para una vida plena. Son herramientas útiles para comprender y vivir este mundo y nuestro papel en él. Por eso, entendemos esta asignatura, como todas las demás, conectada a la vida concreta de la persona. Por eso, la clase de religión siempre debe estar “en salida” hacia todo el conocimiento, toda la experiencia y todos los territorios que le toque vivir a cada persona. Especialmente los territorios de los límites existenciales, allí cuando se presenten.

Para que esto sea posible queremos cuidar a nuestro profesorado de religión, en su formación y en su manera de llevar a cabo esta tarea. Es la mejor manera de que esa oportunidad para dar armonía al conjunto del aprendizaje que es el área de religión sea lo que está llamada a ser. Por eso, deseamos que las familias que traéis a vuestras hijas e hijos a nuestros colegios compartáis esta visión ilusionante que les ofrece comprenderse como llamados a ser plenamente personas a imagen de Jesús y al servicio de la transformación del mundo.

Juan Eduardo Arnáiz, responsable de proyectos en el Área de Pastoral de la Red de Colegios Marianistas.